Exequias de amor

 

Se confundió la muerte al no saber elegirme,

al fijarse en ella cuando yo estaba aquí,

yo entiendo que mirara su belleza sublime,

pero no merecía el tener que partir,

se marchó de repente sin ningún equipaje,

no sacó su billete ni pudo despedir

a los que la queremos, para ese viaje

algunas personas no merecen morir.

No nos dijo hasta luego pues fue adiós final,

me llenó de tristeza como no imaginaba,

ahora sueño con ella, en volverla a encontrar,

solo cuento las horas que el reloj no marcaba

y adelanto el tiempo pues me quiero marchar,

triste me ha dejado con hermosos recuerdos

y una sola ilusión que me hace soñar,

deseo que llegue el día en que pueda estar muerto

para subir al cielo y la vuelva a besar,

entonces de la mano daremos un paseo

y le hablaré del llanto dejado junto al mar,

son lágrimas que apartan los barcos de recreo,

dejaron en las olas ese sabor a sal,

por eso si preguntan por el agua del río,

es dulce y transparente, color del verbo amar,

pero si llega al mar deja un escalofrío,

es el agua salada y es de tanto llorar

porque llevan lo triste de unos ojos vacíos,

por eso escuece el agua, quiere cicatrizar,

heridas en el alma y el corazón de hastío

de una amor ya cansado que no quiere esperar,

pero en esta ocasión el amor era mío,

no ha podido ni quiere tenerla que olvidar.