La luna se me ha vuelto verdulera

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La luna se me ha vuelto verdulera,

me grita cada noche que la quiera

y lo le digo siempre a mi manera

que no se ponga brava, ni guerrera,

aunque se ponga el mundo por montera

o le salga hoy el sol por Antequera

y se ponga quizás por donde quiera.

No me va a despertar aunque durmiera.

 

El pololeo

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El pololeo

 

Puedo amarte y quererte cada día,

puedo soñarte conmigo de la mano

puedo abrazarte en mi cama aunque no estés,

pero no puedo darte aquel beso entre los labios

de aquella noche tan hermosa en que te amé.

 

Quizás quisiera atravesarte con mi espada,

darte un abrazo del que nunca soltaré,

secuestrarte en una celda sin ventanas,

y si te mueres, yo iré detrás, después me moriré,

pero no pienses que he dejado de quererte

porque mi amor es para siempre ya lo ves.

 

A veces ando con tu voz en mi cabeza,

a veces solo soy esclavo de tus pies,

a veces siento mariposas por tu ausencia,

nunca me olvido aunque te ponga del revés,

siempre te llevo en el latido de mi alma

estás grabada a fuego en el resto de mi ser.

 

A pesar de todo eres acero de mi espada,

eres la fuerza, sin caballo y sin arnés,

el alimento de una vida que imagino,

te conozco por tu olor y por las letras de un papel,

te llevaría a la luna con dos alas, o a una estrella

de amor que me inventé.

 

En el camino te tomaría de las manos,

te sonreiría y mi mirada en tu mirada,

se hablarían sin palabras, sin querer,

y ese abrazo tan profundo que deseo

haría temblar las paredes de mi fe.